Para fomentar la lectura en
los niños es
recomendable empezar con cuentos
infantiles cortos que traten de aventuras divertidas y que capten la atención
de los niños. De esta forma, los niños se divertirán a la vez que empiezan a
cogerle el gusto a la lectura.
Los relatos
cortos con moraleja son los mejores
para empezar a leer con los niños. Aunque hay multitud de cuentos tradicionales con moralejas que son esenciales y que
todo niño debería conocer, ya que han ido pasando de generación en generación.
¿Por qué fomentar el hábito lector?
El hábito lector está
ampliamente relacionado con el rendimiento académico. Los niños con un
hábito lector asentado obtienen
mejores resultados escolares, confían en sus capacidades
académicas, son más creativos e
imaginativos y no tienen dificultades para leer.
• Fomentar este hábito lector es
tarea de todos aquellos que comparten la responsabilidad
en la educación de los niños,
especialmente las familias y los centros educativos.
• El ámbito familiar es uno de
los más influyentes en el fomento de hábitos lectores en los
niños. De manera que los padres
que leen a sus hijos cuando son pequeños, que les regalan
libros, que se interesan y
preocupan por lo que leen, tendrá una
influencia fundamental en
los futuros hábitos lectores de
sus hijos.
• De esta forma, el desarrollo
de los hábitos lectores debe comenzar en edades muy
tempranas, cuando son pequeños y
juegan con libros de plástico o cartón con imágenes que
llaman su atención y les invitan
a hablar. Más tarde se inician en el camino del
aprendizaje
de la lecto-escritura en su
etapa de escolarización en Infantil y si dominan con soltura y con
fluidez estos primeros pasos
relacionados con la lectura, seguramente se convertirán en su
adolescencia en lectores
habituales.
• Animar a la práctica de la
lectura en los niños se vuelve imprescindible en esta época en la
que el libro ha dejado de ser el
centro del universo cultural.
¿Qué pretendemos conseguir fomentando este hábito?
1. Despertar y fomentar el
interés y la sensibilidad del niño por la lectura.
2. Formar lectores capaces de
desenvolverse con éxito en todos los ámbitos.
3. Lograr que la mayoría pueda
descubrir en la lectura un elemento de
disfrute personal. ¿Cómo lo haremos?
Compartir lecturas con nuestros
hijos es una excelente manera de comenzar, de acercarnos
más ellos, conocer mejor su
mundo y enriquecer nuestra conversación, creando un espacio de
diálogo al que ellos, y
nosotros, querremos volver a lo largo de la vida. Por ello, la lectura debe
ser una parte natural de la vida
familiar.
El interés por la lectura se
puede inculcar desde pequeños. Existen en el mercado una gran
variedad de libros para bebés,
como los libros para el baño, sistemas multimedia de aprendizaje
de la lectura, cuentos, libros
para leer y colorear, libros sobre diversos temas e incluso revistas
infantiles.
Es importante que los libros
estén al alcance de su mano, en el salón, en el baño, en su
habitación.
Es aconsejable llevar algún
libro para leer para aprovechar los tiempos de espera, como cuando
vamos al médico.
Debemos animar al niño a que lea
a sus hermanos o familiares menores que él.
Incitarle a leer carteles cuando
viajamos en coche o paseamos por la calle o a la lectura de
revistas infantiles.
¿Qué leer con tu bebé?
Desde que estaba en el vientre,
tu bebé te escuchaba y reconocía las voces de tu familia. Tu voz
le da seguridad y es el hilo que
sigue para descubrir el mundo. De recién nacido no te ve muy
bien, pero te escucha y te
siente; por eso su primer libro no tiene páginas sino música y se lo
cantas mientras lo acaricias y
meces. Cántale canciones de cuna, nanas y rimas para hacerle reír
y decirle que quieres compartir
con él, o con ella, muchas palabras, emociones y momentos
especiales.
Cómo leer con tu bebé recién
nacido:
• Cántale canciones de cuna,
retahílas, nanas, rondas, poesías...
• Juega con su cuerpo mientras
entonas rimas, “tita, tita pon un coco”
• Abrázalo y léele en voz alta,
despacio y con diferentes voces y entonaciones.
Qué hacer cuando ya son más
mayores:
• Dedícale unos minutos diarios
de lectura.
• Escoge un buen momento para
leer, en un lugar confortable y sin distracciones.
• Léele libros que os hagan disfrutar juntos, querrá
repetir la experiencia.
• Respeta sus elecciones. Un
tipo de libro para cada edad
Lo más importante a la hora de
comprar un libro a un niño es adecuar el contenido a la edad.
Uno demasiado complicado le
resultará pesado de leer y lo acabará dejando; mientras que uno
muy sencillo le aburrirá.
En primer lugar, hay que tener
en cuenta su edad. Durante los tres primeros años de vida son
convenientes los libros de
escenas cotidianas que le permitan adquirir vocabulario. Este tipo de
libros suele ser resistente
(contra colados, acolchados, de plástico y de ropa, etc.) y con
ilustraciones y ausencia de
texto.
A medida que el niño crece,
texto e ilustración se van equilibrando progresivamente. A partir de
los 10 años comienza la “edad de oro” de los lectores. Es cuando
triunfan las series de
aventuras, de misterio, de
brujas con poderes sobrenaturales, etc.
Pero, además de su edad, es
importante saber en qué momento del aprendizaje de la lectura y
la escritura se encuentra. Hay
que resaltar que cada niño tiene su ritmo.
Cada vez hay más librerías
especializadas en literatura infantil y juvenil
y las personas que las
llevan son muy buenas
prescriptoras. Por esta razón, es aconsejable escucharlas. También es
importante estar al día de lo
que tiene más éxito y dejar a nuestros hijos que den su opinión,
familiarizándoles con los libros
y las librerías. Y, sobre todo, pensar en cuáles son sus gustos y
preferencias temáticas una vez
que vayamos a comprarle un libro.
¿Y si se aburre leyendo?
Si a pesar de todos los
esfuerzos, a tu hijo no le gusta leer de ninguna de las maneras, evita que
lo vea como una obligación, pues acabará
aborreciendo la lectura al asociarla con algo
negativo.
A veces erróneamente pensamos
que un niño es un buen lector sólo si
lee cuentos o novelas,
pero no es sólo eso. Es probable
que encontremos cómics o revistas especializadas sobre
temas que le interesen y los
lean con auténtica avidez. Lo importante es que lean. De este
modo, descubrirán las mil
posibilidades que ofrece la lectura. Más adelante, si conseguimos
convertirles en lectores, ya
tendrán tiempo de leer los grandes clásicos de la literatura infantil y
juvenil.
Tampoco es recomendable darle
libros para franjas de edades más altas, ya que el problema
puede que esté en el tipo de
lectura escogido, y no en la sencillez o dificultad de la misma. El adulto como
modelo de referencia:
Los niños aprenden siguiendo el
modelo de sus padres y asociando el estímulo neutro de la
lectura a otro agradable como es
estar con sus padres. Con ello conseguimos que el niño
responda solamente al estímulo
neutro (lectura) con el mismo agrado que cuando lo compartía
con sus padres.
Para ello, se recomienda:
• Leer frecuentemente a los
niños desde que son pequeños.
• Leer un rato cuando los niños
se van a la cama o ya en la cama.
• Evitar que nos vean viendo
mucho la televisión.
• Llevarles a bibliotecas o
librerías.
• Explicarles que nosotros
también leemos mucho en nuestro trabajo.
Reforzar y recompensar:
Los padres deben recompensar las
conductas positivas y no las negativas, para que el niño se
sienta bien y motivarle para que
lo siga haciendo.
• Celebrar el número de libros
leídos haciendo algo que al niño le guste.
• Elogiar al niño por los libros
que lee y reforzarle que sea consciente de los progresos que ha
hecho y de todo lo que está
aprendiendo.
• Animarle a participar en
talleres de lectura, de escritura o de teatro.
• Comprarle programas multimedia
que refuercen su competencia del lenguaje con
ejercicios adaptados a su grado
de desarrollo, no sólo en lectura, sino en lenguaje u
ortografía.
• Mostrar interés por los libros
que lee y preguntarle qué es lo que ha aprendido o qué cosas
han llamado su atención.
En resumen, la tarea de la
familia en el fomento de la lectura es fundamental, que nos vean leer
a los adultos, será nuestro
mejor ejemplo. No olvidemos que el aprendizaje de los niños se
produce por imitación. Además la
lectura diaria con los hijos, es una buena manera no sólo de
fomentarla, sino de estrechar
vínculos entre padres e hijos.